martes, agosto 22, 2006
lunes, agosto 21, 2006
Era los sábados por la mañana, y se prolongaba hasta la hora de comer... excepto Juan que ya había comido (ensalada con bistec y patatas fritas solía decir) y nunca tenía prisa por volver a casa.
Tras la catequesis pocas veces hablábamos de lo que el catequista nos decía, salvo cuando Fernando (uno de los catequistas) comentaba los métodos que usaba con su mujer para no concebir y al mismo tiempo no contradecir la Doctrina de la Iglesia en esos campos tan farragosos (era un verdadero crack el tipo este...aunque siempre nos daba asco cuando mencionaba algo de mocos que no salían precisamente de la nariz).
Después de la catequesis, en los sofás de la Parroquia, Jose L. solía coger la guitarra y se ponía a tocar a Peret... con sus botas de tacón (Jose, no Peret).
Seguro que si nos explicaran los pasajes de la Biblia tal y como lo hace Don Mauro en el vídeo habríamos prestado más atención.
martes, agosto 15, 2006
ODISEA EN LAXE: Comienza la aventura
Después de una mañana tranquila, enfilamos carretera hacia el paraje de la zona de Fisterra conocido como Laxe.
Siguiendo las indicaciones del "Último Mohicano", cual oreja pegada al suelo escuchando la llegada del "caballo de hierro", textualmente, "seguid hasta que se acaba la autopista": nuestra sorpresa surge cuando se acaba la autopista y no aparece ni un solo cartel que indique la dirección a seguir para alcanzar nuestro destino.
Después de un primer momento de incertidumbre, no tuve más remedio que hacer uso de mi 6º sentido de "paloma torcaz" para, así, encontrar la ruta que nos conduciría hacia el descanso buscado.
Lo que, en principio, iba a ser una hora y "pico" de viaje se convirtió en algo más de dos horas; teniendo en cuenta que el medio de locomoción utilizado no tenía aire acondicionado y que eran más de las dos de la tarde, os podéis imaginar a que altura se encontraban los niveles de irritabilidad y desesperación.
Llegados a Laxe, nos dispusimos a disfrutar de las viandas que nos ofrecía un garito cerca de la entrada al pueblo, mientras esperábamos la llegada del paisano que nos iba a proporcionar el alojamiento.
Tras dar buena cuenta de los alimentos recibimos la visita de nuestro "amo de llaves", que nos condujo a nuestros aposentos...... y es aquí donde tengo que hacer un inciso: resulta "de que" el citado personaje regenta un hostal en tan pintoresco pueblo, hostal que, por otra parte y viéndolo en Internet (tiene página "webo") tiene buena pinta; además de este hostal, tiene repartidos por el pueblo varios "pisos francos", en uno de los cuales nos íbamos a alojar nosotros, y es aquí que tengo que agradecer a cierta dama, rubia de bote para más señas, sus gestiones ya que fue la artífice de que diéramos con nuestros huesos en dicho lugar: una peluquería, sí amigos, una peluquería. Cuando a alguien le dicen que va a pasar unos días en una peluquería, se imagina un piso o habitación encima o debajo de la peluquería; no amigos, en este caso el significado de la preposición "en" era en el más amplio sentido, la habitación estaba EN la peluquería.
Para que comprobéis lo que digo, a las pruebas me "repito":
Superada la sorpresa inicial, nos dispusimos a entrar en la habitación, a la que se accedía a través de un pasillo que rodeaba la peluquería, de forma que, a lo largo del fin de semana, pudimos establecer una relación de "estrecha amistad" con la peluquera y sus clientas. Por cierto, la próxima vez que nos veamos, a lo mejor me notáis algo cambiado; comprendedlo, las mechas estaban muy baratas y tan cerca.........
Os muestro, a continuación, una fotos de la alcoba, clásica donde las haya (atención al número de la habitación, la era de la informática está presente en Laxe).
Una vez instalados, nos dispusimos a disfrutar del soleado día que nos recibió a nuestra llegada, llegando a comprobar el nivel de internacionalización (no me pidáis que escriba esto otra vez) de la playa de Laxe Beach.

Pero, de nuevo, el destino se había aliado contra nosotros: en cuanto pusimos el pie en la playa, el dios Eolo, con toda su magnificencia, pegó un soplido "de cojones" que se mantuvo ya durante todo el fin de semana.
Como podéis imaginar, amigos míos, en esas condiciones, la arena tan fina no es buena compañera, ya que se levantaba y volaba hasta estando mojada, incluso cerca de la orilla del mar, con sus procelosas aguas que, por cierto, estaban "mogollón" de frías. Creo recordar que esa tarde aguantamos en la playa cerca de media hora, tiempo tras el cual, decidimos que ya teníamos en el cuerpo suficiente arena como para violar la Ley de Costas (ya sabéis, esa que no permite llevarse arena de las playas para uso personal).
Ni que decir tiene lo que se agradece, dadas las circunstancias, una buena ducha reparadora; tengo que deciros que nunca en mi larga vida de duchas (me he duchado muchas veces y en diferentes y variopintas duchas) había tenido que emplear una rasqueta para sacarme de encima toda esa arena: la mezcla de crema solar y arena había formado una pasta que ya la querrían para sí Manolo y Compañía.
Una vez solucionado este "problemilla" nos dispusimos a bajar a cenar y tengo que decir que disfrutamos de una pizza la mar de "maja" y a muy buen precio, lo que vino a rebajar en cierta medida el desaforo causado por tan nefasto comienzo de vacaciones.
Al día siguiente, después de un opíparo desayuno a base de donuts del Eroski, encaminamos nuestros huesos hacia la playa de Laxe (Laxe Beach, para los foráneos), comprobando que Eolo seguía en sus trece, soplando y soplando, cual lobo feroz queriendo derrumbar la casita de los cochinos jabalines... No pudimos hacer otra cosa más que parapetarnos tras el espigón del puerto.

Esta situación dio lugar a otro encuentro de amistad entre gentes de buena voluntad: estábamos tan juntos unos de otros, intentando evitar las inclemencias del viento, que las conversaciones particulares acabaron convirtiéndose en un macrodebate acerca de la política mundial y el calentamiento global (creo que la señora del pareo usaba Eau de Rochas).
Después de una fructífera mañana de playa nos dispusimos a recuperar fuerzas en el mismo lugar donde la noche anterior habíamos disfrutado enormemente, tanto gastronómica como económicamente hablando, de la comida.....no nos defraudó, pues sus platos combinados eran dignos del más grande cheff, incluso de "Miro Pereira" o del mismísimo "Petróleo".
Tras degustar tan deliciosos manjares, intentamos, por segundo día consecutivo, la jornada playera de tarde, pero el resultado fue el mismo, viento, arena y agua congelada, por lo que nos tuvimos que batir en retirada (lo de morir con las botas puestas en verano da mucho calor).
El único oasis de paz y tranquilidad que pudimos encontrar entre tanta desdicha se ubica en un local con vistas a la playa, decoración algo moderna y con toques de rock y de cine, y un piano al fondo que algunos días sirve a algún veraneante perdido para amenizar a los presentes con su música, LA VENTANA: ambiente acogedor, buena música y buena bebida, acompañado todo con algo de picar, que siempre da un toque de distinción y buen hacer a un local. Os recomiendo su visita, si es que algún día pasáis por Laxe.
El Domingo fue un calco del Sábado, ya que el tiempo fue exactamente el mismo; únicamente cambió la dinámica el Lunes, pues amaneció ya no con viento, si no todo negro, con nubarrones que amenazaban lluvia, lo cual nos obligó a adelantar nuestro regreso a la realidad.
EPÍLOGO:
Espero que este testimonio os sirva para vuestras futuras expediciones y viajes: cuando alguien mencione en la misma frase peluquería y alojamiento, desconfiad..... cuando alguien os diga que sigáis hasta que termine la autopista, desconfiad..... y, sobre todo, cuando alguien os diga que allá donde vais no hace viento, cambiad rápidamente de destino, si no queréis que vuestras vacaciones tengan un final diferente al que habíais planeado.
Un saludo, "el mechas".
viernes, agosto 11, 2006
Un mito de nuestra época, tanto por la historia como por la cercanía... son muchos los "Don Josés" que habitaban nuestro barrio y que lo llenaban de historias... Este vídeo debe ser dedicado a la "Patito", mujer de belleza serena que subía y bajaba la calle san carlos como una diosa griega... y Juan lo sabe bien...